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BISMARCK CUÉLLAR: UN TRABAJADOR QUE CONVIERTE LA VIDA EN ARTE

El nombre de Bismarck Cuéllar resuena tanto en los escenarios culturales como en los pasillos de YPFB Refinación. Historiador, literato, dramaturgo y orgulloso trabajador de la empresa, ha construido una trayectoria que trasciende cargos y funciones. Su filosofía es clara: “Estar vivo no es lo mismo que vivir”. Para él, vivir significa crear, explorar, compartir y dejar huella.

De la curiosidad infantil a las grandes obras
Desde niño, los libros y la historia capturaron su imaginación. “A los cuatro o cinco años, sin saber leer aún, me encantaba hojear enciclopedias y mirar imágenes de civilizaciones antiguas”, recuerda. Esa curiosidad temprana se transformó en vocación: hoy es autor de 23 obras literarias y miembro activo de instituciones culturales como la Sociedad de Estudios Geográficos e Históricos de Santa Cruz y de Sucre.

Cada publicación representa una parte de su sensibilidad y compromiso con la cultura. Sin embargo, su obra 200 años de independencia, representada en la plaza 24 de Septiembre con la participación de 1.217 actores, se convirtió en un hito: “Fue un reto monumental en todos los sentidos, pero también la mayor satisfacción de mi vida artística”, asegura.

Orgullo y raíces
Entre los múltiples reconocimientos recibidos, uno tiene un valor especial: el título de Hijo Predilecto de su ciudad natal, fundada por su propio abuelo. Para Bismarck, más que un premio, este homenaje significa identidad, raíces y legado.

Cultura como motor de transformación
Convencido de que la historia y la literatura son claves para el desarrollo social, creó un portal digital donde comparte gratuitamente sus obras. Su propósito es claro: inspirar a las nuevas generaciones a reencontrarse con la cultura y valorar su propia historia.
“Si no conocés tu historia, estás condenado a aceptar la que otros te cuentan”, afirma con convicción.

La vida dentro y fuera de YPFB Refinación
Conciliar su faceta cultural con su trabajo en YPFB Refinación no ha sido tarea sencilla, pero sí enriquecedora. “Mi trabajo es una terapia para mi arte, y el arte una terapia para el trabajo. Me hacen sentir vivo”, explica.

En 2010, compartió su conocimiento a través de conferencias internas, y hasta hoy, colegas siguen de cerca sus publicaciones. También recuerda con orgullo el día en que, junto a su sindicato, propuso tres juramentos tras la nacionalización: eficiencia, rentabilidad y compromiso social. “Hoy, al ver los resultados, siento que cumplimos”, reflexiona.

Nuestra Gente: conocernos más allá del trabajo
Bismarck celebra el programa Nuestra Gente, que busca visibilizar las historias de quienes forman parte de YPFB Refinación. “Pasamos tantas horas juntos, pero no sabemos quiénes somos fuera de la oficina. Este espacio nos permite conocernos de verdad”, afirma.

Su mensaje final resume su visión de vida:
“Todos tenemos un talento, una pasión. No lo escondan. Exprésenlo. El arte y la cultura no deben quedar encapsulados, deben nacer para el mundo.”